Por Nelson Vallejo-Gómez
«Liderar es influencia, nada más ni nada menos»
Maxwell (2007)
¡Oh, lector! Tienes la suerte de tener este libro en tus manos. Sus frases prontas a desafiar tu comprensión sobre lo que se entiende por liderazgo, autoridad y ejemplaridad; rosa de donde libar tu imaginación, y limar tu juicio, porque te ha interpelado un verbo y una noción que provienen de la noche de los tiempos, y que marcan su título: Liderar con el alma.
No sería para menos, pues Liderar implica la virtud de una potencia que mejora, cuando el motor espiritual que la mueve es lo primero y está en el Alma; sin embargo, no basta con decirlo o escribirlo para entenderlo desde el pensamiento activo y la acción pensada, como dice Henri Bergson. Lo primero, como la fórmula, la ecuación o la receta, no es lo primero; hay algo que prevalece, un largo y arduo camino, uno a vivencia hecha método, un método experimental y encarnado para tener una receta o manual que permita entonces comprender por qué: Dios acaba para los otros lo que el hombre inicia para sí mismo, como decía Victor Hugo.
En efecto, cuando se lidera, haciendo para sí mismo lo que uno quisiera que los otros también hicieran para ellos mismos, se entiende en positivo la regla kantiana de la moral: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”; así mismo, se entiende que la acción individual pueda ser transcendida y convertirse en ejemplar para imitación positiva, creativa y alegre de los unos y los otros, del NosOtros, que no es la suma de acciones ejemplares individuales, sino la emergencia o salto cualitativo de una nueva cualidad que hace que la imitación de lo mejor se convierta en el hábito de lo bueno, en el juicio de lo justo, en la expresión de lo bello. En La ética a Nicómaco, Aristóteles muestra cómo el buen comportamiento es una habitud de ejemplaridad, así como en su obra Física, muestra que el movimiento se prueba, caminando.
Hay metáforas, parábolas o lecciones de vida que contienen notas silenciosas y puntos de vista invisibles; por ello, quien tenga ojos para ver que vea, y quien tenga oídos para oír, que oiga, como dice el Nuevo Testamento. Es como cuando se emprende un camino, una vía o un método, para no solamente dirigir bien la razón, sino también para sentir bien la pasión y buscar la verdad en las ciencias, las artes y las humanidades, en la praxis y en la teoría, en el individuo, la sociedad y la naturaleza.
Eso es, justamente, lo que busca el autor de este libro cuando quiere que, amén de intuición, inducción y evidencia, amén de ardientes silencios y ejemplos explícitos, se proponga también un estudio comparativo y deductivo con los diferentes conceptos que los académicos del liderazgo han teorizado, se proponga, en suma, un ir y venir reflexivo de la praxis a la teoría y de la teoría a la praxis. Pues, no sólo urge liderazgo con eficacia, sino también con efectividad y propósito, con disciplina en la ejecución y capacidad de decisión bajo presión, con inteligencia emocional y emocionalidad inteligente, con una vulnerabilidad como fuente de coraje, con tecnicidad y humanidad, en fin, con PoÉtica de Civilidad. Urge ciertamente ejemplaridad en el liderazgo. Los indicadores para saberlo, es decir, cómo reconocer un líder: por sus obras lo reconoceréis. Así lo muestra el autor de Liderar con el alma: liderazgo es servicio situacional, transformacional, organizativo y complejo.
Este libro es también el testimonio de amor y reconocimiento a la vida y obra de una persona ejemplar, que se convierte en manual de liderazgo por el ejemplo explicado, la intuición con los ojos del concepto y el concepto de la mano de la intuición, pues el personaje resulta ser, de entrada, la madre del autor, y el autor, un reconocido académico y brillante ejecutivo en temas de liderazgo universitario y empresarial, además de un musicalizador de los sentimientos con el don del canto.
El autor alerta de entrada sobre su anamnesis, su tarea de reconocimiento, pero también de pedagogo, precisando que la causa se engalana de finalidad cuando el objeto que se tiene en las manos o ante los ojos no sólo es un libro sobre una madre, sino una invitación a mirarnos en su espejo para reflexionar sobre lo que es un líder, cómo y por qué debe actuar con liderazgo en clave de humanidad, para entender mejor por qué liderar es amar, servir y perseverar, para integrar la dimensión motivacional, anímica y espiritual en la forma de liderar, para guiar, influir y construir desde lo mejor, eso que emerge del interior de cada persona en pasión con razón, praxis y consciencia, con eso que Aristóteles llamaba: Prudencia (Frónesis).
El personaje de este libro, Tía Jesús, combina lo materno y paterno como pilar de liderazgo, lo femenino y masculino como lo propio de quien sabe gobernar con mano de seda en guante de hierro, es decir, con ternura y firmeza. Tía Jesús es la muestra de que fortaleza, determinación y visión de futuro no son monopolio patriarcal. Lideresa natural e inspiradora, porque entiende humanamente que sirve para lo mejor y desde lo mejor, desde el espíritu y no desde la formalidad de lo formal, jerárquico y burocrático, porque lidera con el espíritu que trasciende la letra, la encarna, con empatía y comprensión, con amor, que no con miedo, suspicacia ni malignidad. El verdadero líder no proviene de una posición jerárquica -precisa el autor- sino de una forma de ser, de actuar, de organizar y organizarse de manera activa y orientadora, en eco-re-organización, diríamos, frente al destino, para un futuro próspero de su propio futuro y el de los seres de buena voluntad. El verdadero liderazgo es una experiencia de reflexión compleja y de complejidad reflexiva.
La verdadera autoridad, subraya el autor de este libro, no emana del poder formal, sino de la fortaleza interior, la integridad y la capacidad de inspirar esperanza aún en las circunstancias más oscuras. Y esa esperanza, motor de amor, no se hereda, se construye, como decía Tía Jesús, quien, sin otro bagaje académico que la primaria, sabía el misterio que reside en lo propio de un legado. Hay un verso enigmático de René Char, escrito en las montañas francesas, durante la Resistencia a la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial, que sella lo que Tía Jesús había descifrado en la Sierra Trujillana de los Andes peruanos, desde el ser, pensar y hacer: “A nuestra herencia no la precede ningún testamento”.
Tía Jesús, la madre del autor, el personaje central que hace vivir las teorías explicativas del liderazgo en este libro, a la vez manual de vida y obra teórica, también puede ser, por homonimia, cada uno de los seres que, en nuestra vida, han sido guías, maestros, vigías. Y de quienes hemos tenido el privilegio sublime de recoger, cultivar, cosechar y dar semillas. La sabiduría tiene que ver con el aprendizaje y la educación, con lo propio de alcanzar el liderazgo, es decir, el justo gobierno de sí mismo en lo íntimo y lo privado, y el gobierno justo de los demás en el espacio público. Inspirándonos en Montaigne, podríamos decir que, quien lidera, tiene una cabeza bien dispuesta, que no una rellena.
Hay, pues, en este libro, un tesoro escondido, como decía La Fontaine. Un tesoro de organización conceptual a partir de vivencias que en lo individual y lo contextual tienen hilo de luz que las hace contemporáneas, universales y globales.
El autor de este libro sublime me ha confiado la insigne tarea de prologarlo, como si pudiera proponer, yo, ¡oh Lector!, algún ¡ábrete sésamo!
La verdad es que cada lector sabrá encontrar dentro de sí mismo la clave interpretativa, si se atreve a leer este bello, emotivo y profundo testimonio de vida, a manera de manual de liderazgo; si se atreve a inspirarse en la vida de Tía Jesús para saber cuáles pueden ser los mentores silenciosos en un mundo interior, desvelado exteriormente, si acepta emprender el “viaje inspirador, a ratos retador, quizás divertido en sus contrastes, y profundamente reflexivo”, que el autor propone, cuando invita a “desentrañar juntos las lecciones de la historia de una madre extraordinaria, demostrando que liderar con el alma no sólo es posible, sino esencial para construir un futuro más humano y con propósito”.
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