La nación americana o la conjetura visionaria

Por Nelson Vallejo-Gómez

Yo deseo más que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riqueza que por su libertad y gloria. (Bolívar– 1815.)

El siglo XIX fue el de la libertad, el siglo XX el de la búsqueda de la igualad y el siglo XXI debería ser el de la fraternidad, el de la solidaridad. (Octavio Paz– 1968.)

América latina (mapa Wikipedia)

No hay patria bajo el despotismo. (La Bruyère– 1688.) (Ni tampoco bajo el analfabetismo, la corrupción, la ideología del terror …)

En América(s) el concepto de nación se ha forjado de varias maneras. Y ha estado siempre al servicio de una concepción preestablecida de la sociedad y de los nuevos Estados. La identidad nacional de los pueblos americanos ha sido desdeuncomienzouna“comunidadimaginada”,según la expresión consagrada por los historiadores de la época republicana. ¿Cuál es la figura unificadora del juego imaginativo que opera en dicha comunidad imaginada? ¿Cuál es pues la “idea americana” generadora de conceptos de gobierno y de afectos compartidos?

¿Qué interés para los americanos de hoy? ¿No será peine perdue reflexionar sobre la nación en la era del derrumbe delas ideologías, del pragmatismo cínico del político de turno, de la corrupción-hidra, de la ideología del terror, de la descomposición del pensamiento social? ¿No será mejor pensar la identidad colectiva a partir de otro concepto que le concepto de nación?

El Libertador en traje de campaña (óleo sobre lienzo Asamblea legislativa del Estado de Anzoátegui)

Desde el norte “ordenador” hasta el sur “anarquista”, retomando la topología hegeliana sobre la historia de América(s) (Hegel, 1920), la pregunta por la nación hatenidopor lo menos tres respuestas, pero el interrogante sigue abierto. Ensucorto proceso, a penas dos siglos, la nación americana ya agotó las tres principales figuras heredadas del imaginario europeo: la nación territorial o étnica, la nación cívica o institucional y la nación civilizada o cultural. Sangre, lengua y religión, matizados por legislaciones de inspiración romana tomaronfiguras indígenas en América(s), como en un retablo cuzqueño. La entidad india sirvió también al criollo para liberarse del yugo español y como el movimiento requiere a-temporalidad, el criollo la buscó por un tiempo en el bestiario y en la cosmogoníaprecolombina,sublimandolas ruinas. Una especia de libro local de “seres imaginarios” sublimados por “cristianismo civilizador”: el águila, el cóndor, el puma, la serpiente con gorros frigios y soles nacientes.

El puma, la serpiente con gorros frigios y soles nacientes. Del as tres figuras heredadas a partir del imaginario europeo de la nación, la territorial es, a mi parecer, la más persistente en América(s). Pues el problema agrario y fronterizo hace tangente la solidaridad de intereses y aviva la lucha de “clases”. Lo territorial requería institucionalización y, por cierto, valores. Por lo cual siempre se ha impuesto por la fuerza y confundiendo “civilización” con “exterminación” o “integración” con “absorción” [véase las políticas diversas con los indios o con los malos salvajes, porque en América(s), al respecto, los Estados Unidos no han tenido el monopolio de la ignominia]. Las sucesivas actas de independencia hicieron de la nación una patria y de la patria un horizonte libertario, abriéndose así un conflicto de lealtades entre antiguos y nuevos Señores. Para los criollos o para los europeos americanizados la razón de ser de sus reivindicaciones era muchas veces una cuestión de sal, trigo o auto legislación. La primera Acta de Independencia en América(s), la de los Estados-Unidos(1774), precisa 25 agravios en contre de la Corona británica, de loscuales, el más concreto presenta sutilmente el nervio de la guerra, que reside allí donde se imponen “contribuciones sin consentimiento”. Valores y principios vestían de nobleza intereses partidarios y monetarios.

Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; quesondotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla o abolirla e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad.

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