Nuevos alcances para la Educación Ciudadana en un mundo global y digital

En este video podrá seguirse la Conferencia Nuevos alcances para la Educación Ciudadana en un mundo global y digital de Nelson Vallejo-Gómez, difundida en el marco del XIII Congreso Internacional de Educación Encinas 2023, en Perú. Contó esta conferencia con los comentarios de César Guadalupe Mendizábal, catedrático de la Universidad del Pacífico y ex Presidente del Consejo Nacional de Educación del Perú.

Vallejo-Gómez había recibido el Premio Nacional de Educación «José Antonio ENCINAS» de la DERRAMA MAGISTERIAL del Perú, en 2009. Se convirtió así en el primer extranjero galardonado con esta prestigiosa distinción.

Instrucción moral y cívica o educación al pensamiento crítico

2015, Annus horribilis en Francia Foto-montaje de ERIC SALARD

Por Nelson Vallejo-Gómez

Conferencia presentada en el VII Congreso Internacional de Educación ENCINAS Derrama Magisterial, Lima / febrero de 2017

“En el acto educativo están en juego las emergencias
socio-culturales, cognitivas y emotivas del
bucle virtuoso Naturaleza↔Individuo↔Sociedad”

Edgar Morin

Hay momentos críticos en la vida de una nación que ponen en peligro su convivencia y hasta de su existencia. Pueden venir de una catástrofe natural: terremoto o hambruna; pero también de una tragedia socio-cultural, en el seno mismo del tejido social o en el fuero interior de los individuos, corriendo el riesgo de provocar una guerra civil, que es la más atroz de todas las guerras, siendo las guerras todas, una atrocidad. Las catástrofes y tragedias también pueden generar un duelo incomprendido y recurrente, sin resiliencia o capacidad de recuperación efectiva, generando micro-fracturas y poli-crisis en el vivir individual y en el convivir colectivo, tanto a nivel de lo íntimo como de lo privado y lo público.
Se manifiestan entonces síntomas que ponen en crisis la estructura, los principios y valores, la razón de ser, el ideal mismo de una sociedad. Se hace visible la imagen de una comunidad desunida, de un proyecto socio-político desorganizado, carente de brújula y derrotero, con querencia nacional mal-amada y hasta des-almada.

Los atentados llamados comúnmente “terroristas” marcaron momentos críticos en Francia, durante el annus horribilis de 2015. En Cientos de personas, civiles desarmados, jóvenes en mayoría, profesionales ilustrados, fueron asesinados o heridos de gravedad en las calles, bares y salas de concierto parisinas. Sufrir la crueldad y la atrocidad en su propia capital tetanizó de horror, rabia e impotencia a la sociedad francesa. Una potencia mundial, que posee la bomba nuclear y uno de los ejércitos más fuertes del mundo, le dio al mundo la imagen de un país inseguro y expuesto al bumerang de una guerra planetaria que, desde el ataque, caída e implosión de las Torres Gemelas en Nueva York, está prejuiciada por la ideología del miedo y el terror planetario. Algunos han visto las figuras reales o virtuales de una “tercera guerra mundial”, a través del famoso eslogan: “choque de civilizaciones”.

Hay, en la sociedad francesa, una crisis laboral, económica y moral que recuerda la crisis de la 4ª República entre la 1ª y 2ª Guerra Mundial. Hay tiempos nublados y futuro cerrado. Edgar Morin dice que los hombres políticos de hoy son tan sonámbulos como lo fueran los de aquella época tristemente memorable. Hay conciencia de un mundo cuyos paradigmas han perdido coherencia y sentido, porque han sido vaciados de práctica memorial y tradiciones vitales. La sociedad francesa no logra afincar ni aceptar una nueva generación; hecha ésta de mestizos planetarios y ya no euro-centristas. Francia sufre en su clase media tradicional la angustia de una extraña pérdida de identidad. Y ya no basta con evocar el mito galo, como si fuera un hito fundador, pues grandes franceses, en la época de la 2ª República por los 70s del siglo XIX, ya lo habían cuestionado y vaciado de sentido. Recordemos al Príncipe de los poetas franceses, Arthur Rimbaud, poeta visionario por antonomasia, quien decía: “Tengo de mis antepasados galos el cerebro estrecho y la torpeza en la lucha”. Ese verso de autocrítica dice más que un tratado de sociología cultural.

Humanismo y Terror

Por Nelson Vallejo-Gómez

Conferencia presentada el jueves 4 de junio de 2009, en la Universidad de Caldas, dentro del ciclo “Memoria, Espacio y Sociedad”, organizado por la Dra. Beatriz Nates Cruz.

Estoy contra el terror que transforma el hombre en cosa”
Maurice Merleau-Ponty

Humanismo y terror son dos palabras que si las pensamos juntas producen asombro y hasta escalofrío. Percibimos que son contradictorias en sí y que, al juntarlas, algo del ideal humanista se corrompe, peor aún, que algo del terror se justifica. Pero también, que dicho ideal, transformado en paradigma ideológico puede convertirse en fuente de terror, en mentalidad de ideología del miedo y en encadenamiento de violencia. Haré de ellas, pensadas sentido a sentido, el hilo conductor de la conferencia que hoy, jueves 4 de junio de 2009, pronuncio en la Universidad de Caldas, dentro del ciclo “Memoria, Espacio y Sociedad” que organiza la Dra. Beatriz Nates Cruz.

Los eruditos del tema saben que “Humanismo y Terror” es ante todo el título de un libro publicado en París, en 1947, por Maurice Merleau-Ponty. Este gran filósofo y fenomenólogo analiza en dicho libro el malestar ideológico o decadencia en que se encontraba la izquierda francesa y su inspiración revolucionaria de corte marxista-comunista, al salir de la Segunda Guerra Mundial.

El mundo occidental estaba entonces polarizado en una contienda de equilibrio del terror atómico denominada “guerra fría”. La caída del muro de Berlín cambió el tablero político mundial. Las “guerras del golfo” estadunidenses, en busca del control de yacimientos de petróleo, y la respuesta del terror puntual e inesperado de los extremistas islamistas en busca del control de la religión como fundamento moral, filosófico y político de la sociedad, instalaron el contrapunteo planetario de la ideología del terror globalizado.

Y sin embargo, la misión revolucionaria del proletariado -la toma de poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo- que los comités soviéticos alboreaban hasta finales de los años 1950, era un proyecto cuestionado ya en sus propios fundamentos teóricos. Así mismo, los horrores de la guerra y la confusión de ideologías que conlleva la guerra misma, fragiliza la justificación tradicional de la violencia y del terror como simples efectos colaterales de la revolución, concebida ésta como trascendencia de corte humanísitico.

Percibimos aquí una interpretación pervertida, algo que manipula y que tiene su origen en la interpretación con fines programáticos y materialistas –en realidad ideológicos- que el marxismo hace de la tesis de Marx según la cual la misión del hombre en la tierra es la de “transformar la realidad”. No se ha indagado suficientemente sobre la trama cartesiano-moderna de la tesis marxista, es decir, en el proyecto cartesiano-mecanicista que buscaba, apoyándose en las matemáticas, en las ciencias naturales y en la razón, “hacer del hombre como amo y soberano de la naturaleza”. Aparece hoy evidente que hay en tal proyecto un sometimiento destructor de nuestro entorno natural y poco a poco de nosotros mismos. La realidad es que el hombre contribuye, consciente e inconscientemente a todo cambio o evolución en la realidad, pero a su vez, hay en lo real una trascendencia que, sin ser necesariamente entendida como “destinación” o “predestinación”, se resiste a todo cambio radical o posición radicalmente revolucionaria. Todos percibimos en lo cotidiano y hasta en lo extraordinario, que la realidad que nos rodea conlleva algo irreductible, algo más que diferencia cuantitativa, respecto a lo ideal, y que el ser se encuentra ahí en relación dialéctica y dialógica.

Hay otro dato histórico que interpela a Merleau-Ponty en su libro “Humanismo y Terror”. Se trata de los llamados “procesos de Moscú”. En los cuales aparece abiertamente la aberración de todo sistema totalitario, en el plano teórico: los fines justifican los medios, y en el plano humano: el sacrificio del individuo en nombre de la “Revolución” o de la “Razón de Estado”. Los inquisidores modernos de la
Revolución de Octubre pensaban que era necesario “purgar la revolución”. Merleau-Ponty aplica entonces el método fenomenológico –ir al fondo de la “cosa misma”- a los tres conceptos claves de los revolucionarios soviéticos, a saber: revolución, marxismo y comunismo. Se trata de cuestionarlos para pensar la cosa en su fundamento; pensar el paradigma compleja dirá Edgar Morin diez años más tarde en su fascinante libro Autocritica (1958). Dichos conceptos se habían convertido en arma de guerra ideológica para justificar el régimen de terror estalinista.

Los ideólogos de izquierda encontraban en la crisis expansionista y colonialista, de corte capitalista, en favor de los estados nación europeos, en particular Francia y Alemania, las razones a las terribles guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX. La Revolución de Octubre en Rusia se presentaba entonces como una esperanza socio-política para un régimen justo, basado en el bienestar de la comunidad. Recordemos también que entre los Aliados, el pueblo ruso pagó uno de los más altos tributos a la guerra contra el nazismo alemán, razón por la cual su proyecto de sociedad beneficiaba de cierto a priori positivo.