Nelson Vallejo-Gómez
(Traducción del original en francés por Mercedes Vallejo, Universidad de Antioquia)
«Armados de una ardiente paciencia»
Arthur Rimbaud
En octubre de 1999, la UNESCO publicó el manual Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, gracias a una iniciativa conjunta entre la Oficina del Proyecto interdisciplinario Education for sustainable development, dirigida por Gustavo López Ospina, y la APC (Association pour la Pensée Complexe), presidida por Edgar Morin y animada por mi persona como secretario general. Lo que nos permitió institucionalizar a nivel mundial la propuesta moriniana de la reforma educativa, desde el pensamiento complejo y el paradigma de la complejidad. La traducción de la obra en castellano, fue hecha por Mercedes Vallejo, y presentada en la Conferencia Mundial para la Educación Superior, UNESCO, Paris, 1999.
Volvemos años después sobre dicho manual, sobre su génesis y principalmente sobre las jornadas de trabajo colectivo que precedieron a su publicación; en otras palabras, vamos a visitar de nuevo el proceso de emergencia, y precisar la metamorfosis humana y conceptual, la institucionalización de la obra requerida; parte de cuya arqueología se encuentra en las «Jornadas temáticas Religar los conocimientos los desafíos del siglo XXI». Estas Jornadas se organizaron en París del 16 al 24 de marzo de 1998, en el marco de un Consejo científico ministerial. Morin presentó allí el pensamiento complejo como un «modo de pensar que permite aprender de manera integral el texto y el contexto, el ser y su entorno, lo local y lo global, lo multidimensional».
Morin siempre ha creído, a la manera del Spinoza de la Reforma del Entendimiento, en la necesidad de una revolución cognitiva, y que para eso se requiere una reforma de la educación, un cambio de paradigma y un cambio de mentalidad. Sin dicha reforma, ¿cómo tomar conciencia de la necesaria metamorfosis del ser humano en humanidad, para lograr su salvación? Pues, el hombre, donde quiera que se encuentre hoy por hoy, está en capacidad de ver y de entender la globalidad de manera virtual, sin tomar conciencia de que es necesario Pensar globalmente, religar, para enfrentar los desafíos de la complejidad. «Estamos en este mundo global enfrentados a las dificultades del pensamiento global, que son las mismas dificultades del pensamiento complejo». Si no hay plena conciencia del Pensamiento global, continuaremos con la auto ecoceguera que ignora que el círculo de la producción, del consumo y de la destrucción, círculo vicioso e infernal, ambicioso y egoísta, bárbaro y cruel, conduce a la ruina individual y colectiva. Dicha reforma conllevaría también ciencia con conciencia para humanizar el mundo, y una conciencia con ciencia para evitar que se vuelva ideológico, fetichista o egocéntrico.