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Religar los Saberes Ancestrales y la Ciencia Moderna

Por Nelson Vallejo-Gómez

Contribución al Consejo de Cooperación Sur-Sur para el desarrollo sostenible

Foro & Resolución de Cartagena sobre Sabiduría Ancestral y Protección del Medio Ambiente

Paris / Cartagena, 2 de julio 2025

Que vaya un cordial saludo para todos los participantes.

Doy las gracias a mis queridos amigos, Claudia Turbay e Yves Démenge, por haberme invitado a compartir una reflexión en este foro, desde la corriente del Pensamiento complejo, en que me gusta incursionar.

Mi contribución se propone ser una introducción al panel que han titulado Crisis ambiental y espiritual, en donde se busca responder a la pregunta: ¿qué podemos aprender de la sabiduría ancestral?

Si el diagnóstico es de entrada la constatación de que hay crisis ambiental y espiritual (lo que es una evidencia que solo el negacionismo contesta), entonces urge preguntarse por el ser, el tiempo y la responsabilidad de dicha crisis, con el fin de entender si la sabiduría ancestral aplica a una crisis de carácter antiguo, moderno o contemporáneo.

Aceptemos, sin embargo, el presupuesto según el cual, en toda crisis ambiental y espiritual, hay algo intemporal o actual, algo universal. Es ahí, en donde entonces aplica la sabiduría ancestral, aunque la crisis sea nombrada y diagnosticada de manera distinta en cada cultura y sociedad. En efecto, la sabiduría es un vocablo que comporta varias entradas, además de expresar lo máximo de una cultura étnica particular en proverbios que se entienden en idioma y contexto específicos, hay toma de conciencia de la existencia de una torre de Babel que nos pone de manifiesto la posibilidad de un dato universal, algo en donde emerge la trama religante entre lo individual y lo general, lo particular y lo colectivo, los elementos y el sistema, la forma y el fondo, la materia y la espiritualidad.

Entendemos entonces que la sabiduría ancestral, aunque sea particular y específica a una cultura dada, tiene un patrimonio inmaterial propio a la condición humana, porque encontramos una propensión a lo universal en las culturas con tradición escrita u oral, que estructuran las diferentes civilizaciones de las que tenemos información, sean estas de corte oriental u occidental.

Hay otro problema histórico, epistemológico y filológico que tenemos que plantear de entrada, en los términos siguientes: para poder entender la sabiduría ancestral en la actualidad, para saber si sus lecciones son o no pertinentes a la comprensión, resolución o sanación de la crisis ambiental y espiritual contemporánea, tenemos que proceder a una traducción y aprendizaje del pasado al presente, a una especie de pedagogía o actualización y contextualización intergeneracional del saber ancestral en conocimiento operativo y aplicado a lo actual. Propongo que entendamos el paso del saber ancestral al conocimiento actualizado como algo similar al método científico. Más que una oposición sociocultural y política al saber ancestral, la ciencia moderna y contemporánea implicó en la época del Renacimiento europeo un cambio de paradigma con respecto a la relación entre el ser y el creer, el saber y el hacer. La posición por o contra entre lo Antiguo y lo Moderno nos encierra en una lógica binaria, en un conflicto de facultades que solo busca satisfacer una voluntad de poder. ¿En donde empieza la modernidad de lo Antiguo y en donde acaba la antigüedad de lo Moderno? Es necesario proceder a un desplazamiento estratégico y paradigmático de la problemática. Este tipo de foros busca hacerlo. Propongo que el desplazamiento comporte la puesta en evidencia de un paradigma de complejidad, con sus respectivos conceptos religadores. Así entonces, podríamos entretejer, con saberes ancestrales y ciencia moderna, una Po-Ética de Civilidad, como se propuso con Edgar Morin en Los Sietes Saberes necesarios para la Educación del Futuro (Unesco, Paris, 1999).

Digamos que, para suspender provisoriamente todas estas dificultades y, que ante la búsqueda de la verdad o del método para enfrentar crisis de todo tipo, en particular la crisis ambiental y espiritual del mundo en que vivimos, debemos apuntar a la dimensión universal que pueda haber en los saberes ancestrales y en los conocimientos científicos. Y es aquí, en donde es pertinente proponer una metodología de pensamiento complejo entre saberes ancestrales y ciencia moderna y contemporánea.

Propongo entonces abrir la pregunta propuesta para el panel, y reformularla de la siguiente manera: ¿qué podemos aprender de la sabiduría ancestral

¿Qué podemos aprender de la sabiduría ancestral y de la ciencia moderna para contribuir a resolver la crisis ambiental y espiritual contemporánea?

Los saberes ancestrales posen conocimientos finos, en función de ecosistemas en contexto, para enfrentar crisis ambientales locales o regionales, cuando se trata de alimentar, proteger y cuidar a la comunidad.

Las ciencias de la vida y de la tierra proponen modelos matemáticos y estadísticos altamente sofisticados para dar a entender que la crisis ambiental local o regional es, hoy por hoy, nacional, internacional, mundial, pues está en juego la supervivencia de todos los ecosistemas naturales del planeta tierra.

Sabemos que una crisis ambiental se produce cuando los elementos constitutivos del ecosistema producen una masa crítica de entropía o desorganización que conlleva a la imposibilidad de resiliencia del sistema ambiental, a su destrucción. Cuando esto ocurría, en tiempos ancestrales, los grupos humanos emigraban en busca de ambientes propicios a su sobre vivencia.

Cuando el ciclo de observación soporta la memoria humana, sabemos por inducción, que la naturaleza posee capacidad de resiliencia, de auto-eco-re-organización en los elementos constitutivos del sistema. La tierra-patria es una mecánica natural de resolución de crisis ambientales, desde la noche de los tiempos; ahí, los saberes ancestrales son pertinentes, porque nos ponen en conexión directa con la naturaleza.

Cuando el ciclo de observación es superior a la capacidad de la memoria humana y de la simple inducción, pues exige ir más allá de lo simplemente audible, visible y sensible, modelizar la micro y lo macro de la energía nuclear de la materia, gracias a la deducción de modelos matemáticos, propios a la ciencia moderna y contemporánea, entonces podemos saber que, cada vez, debido al aumento de la demografía y de las actividades humanas para el consumo, el transporte, la diversión y la guerra, la capacidad de resiliencia y de auto-eco-organización de la naturaleza disminuye, que la crisis ambiental pasa a ser local y se convierte en global, que ya no solo está en peligro una región de la tierra, sino el planeta mismo, la vida de la humanidad.

El mundo enfrenta una profunda crisis ambiental marcada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación generalizada. Pero detrás de esta emergencia ecológica, se esconde también una crisis espiritual: una desconexión del ser humano con la naturaleza, consigo mismo y con los valores esenciales que dan sentido a la vida, tanto en lo personal como en lo colectivo.

Al explotar sin límites los recursos del planeta, dominados por un paradigma extractivo y rentista, al usar los derechos sin deberes en la sociedad, dominados por un paradigma egoísta e individualista, al ignorar la complejidad de nuestra propia introspección:

  • Olvidamos que somos parte de un todo interdependiente.
  • Olvidamos que el ser humano es un ecosistema que se encuentra en relación con sus propias sensaciones, sentimientos, pensamientos, es decir, que el individuo es 100 % un sistema físico, químico y psíquico, corporal y espiritual, en donde reside un cerebro que genera millares de conexiones interiores y exteriores, un cerebro en donde emerge un espíritu que lo piensa y del cual tiene conciencia para aprender, alimentarse, reproducirse, defenderse, morir, amar.
  • Olvidamos también que dicho individuo existe, piensa y actúa, porque se encuentra en relación con un ecosistema sociocultural, con una familia, su idioma y tradiciones, una comunidad y sus valores, una sociedad y sus principios, una nación, su historia e instituciones, leyes y reglamentos, siendo entonces cada individuo una persona, un 100% actor sociocultural.
  • Olvidamos que ese individuo personal y actor social que somos existe porque hay un entorno bioterrenal que hace posible la vida en este planeta y, por el momento, únicamente en esta Tierra-Patria.

Recuperar el olvido de esa dimensión individual, social y natural de la humana condición no solo requiere soluciones técnicas, jurídicas, educativas, sino también una transformación interior, es decir una Po-Ética de Civilidad, una nueva forma de mirar el mundo con respeto, compasión y responsabilidad. Una capacidad a religar los aportes de los saberes ancestrales en diferentes culturas y la contribución de la ciencia experimental, moderna y contemporánea, en particular, hoy en día, el aporte de la inteligencia artificial generativa, para mejorar la capacidad de modelos posibles, prospectivos y futuribles.

La ciencia moderna, con todo su poder analítico y tecnológico, requiere ser desplazada, subir una práctica de meta-cognición, en cuanto a su paradigma disciplinario y su voluntad de poder. De tal manera que conocimientos científicos y saberes ancestrales entren en relación dialógica, complementaria y constructiva, para beneficio de las personas, la sociedad y la naturaleza.

Urge, por eso mismo, construir conceptos articuladores-religadores, desde el Pensamiento complejo y a partir de Los siete saberes necesarios para la educación del Futuro. Hay ahí, un diálogo respetuoso que combina rigor científico y sabiduría ancestral. Solo así podremos enfrentar la crisis desde una comprensión más integral, que sane no solo los ecosistemas, sino también nuestro espíritu individual y colectivo.

Tercer y último video

Propuestas para superar la crisis ambiental y espiritual

La crisis ambiental y espiritual es la pérdida de conexión con la naturaleza, con la comunidad y con los valores de las personas que sostienen la vida íntima, privada y pública.

Superar este desafío requiere un cambio profundo, no solo en nuestras prácticas, sino también en nuestra forma de pensar y sentir lo que somos y vivimos en el mundo.

Para terminar, dejo algunas propuestas educativas, económicas y políticas que apuntan a una transformación integral en el campo de lo individual, lo social y el medio ambiente.

1. Propuestas educativas

  • Integrar saberes ancestrales y articuladores de los sietes saberes de la complejidad en los currículos escolares, a manera de propedéutica inductiva.
  • Fomentar una educación ecológica y religadora desde la primera infancia: con prácticas pedagógicas en clave ciencia con consciencia, responsabilidad, solidaridad y afección en la relación individuo, sociedad, la naturaleza; desarrollar una poética de la civilidad y del cuidado, promoviendo experiencias sobre la interrelación vital entre lo urbano y lo rural.
  • Formación de docentes en pensamiento complejo e interculturalidad: Capacitar educadores en enfoques que religen saberes ancestrales y ciencia moderna en paradigma de complejidad, para fomentar un pensamiento crítico y complejo y un tejido humano en clave PoÉtica de Civilidad.

2. Propuestas económicas

  • Economías regenerativas y solidarias: Promover modelos económicos que prioricen la sostenibilidad, la redistribución justa de recursos y la regeneración de ecosistemas, como la agroecología, el comercio con justicia social y las cooperativas comunitarias.
  • Pago por servicios eco-sistémicos con enfoque comunitario: Reconocer y compensar a comunidades urbanas y rurales por la conservación de bienes públicos eco-sistémicos, generando jurisprudencias basadas en la protección de ecosistemas propios a la vida y la seguridad de las personas.
  • Promocionar un consumismo razonable, responsable y solidario, en clave justicia social y fomento de economías locales: Incentivar estilos de vida razonable, sobria, equilibrada y sostenible, reforzando circuitos económicos locales que fortalezcan el tejido comunitario, el buen-vivir-bien y la PoÉtica de Civilidad.

3. Propuestas políticas

  • Reconocimiento legal de los derechos de ecosistemas naturales: Establecer marcos jurídicos que reconozcan ecosistemas como sujeto de derechos, siguiendo el ejemplo de países como Ecuador y Bolivia.
  • Participación de comunidades con saberes ancestrales en la toma de decisiones locales, regionales y nacionales: Garantizar espacios de poder reales para las comunidades en la elaboración de políticas ambientales y culturales con impacto local.
  • Transición energética justa y democrática: Avanzar hacia fuentes de energía limpias priorizando el bienestar de las comunidades más vulnerables y respetando los territorios ancestrales.

Estas propuestas no son recetas, sino aportes reflexivos desde el pensamiento complejo. Frente a la crisis ambiental del planeta y espiritual de la humanidad, es urgente religar la sabiduría ancestral con los aportes de la ciencia moderna y contemporánea, poniendo de manifiesto los conectores conceptuales religadores, lo técnico con lo humano, la ciencia consciente y la consciencia científica, urge pues, poética de civilidad. Solo así podremos construir un futuro más justo, equilibrado y espiritualmente ejemplar para la generación del relevo.