Entrevista a Nelson Vallejo-Gómez del periódico digital Pancarta.pe realizada en el marco del “Hay Festival Arequipa», noviembre 2022
Está demostrado científicamente que la inversión en la educación baja los niveles de agresividad en la sociedad, baja los niveles de violencia. Permite mayor resultado para la inserción profesional de las personas.
Nelson Vallejo-Gómez
Nelson Vallejo-Gómez es un filósofo colombo-francés, especializado en políticas educativas y en cooperación internacional universitaria y científica. Es responsable del Programa Américas de cooperación científica en la Fondation Maison des Sciences de l’Homme en Paris y director de la información y de la valorización de políticas públicas en la dirección general de educación básica y media del ministerio de educación nacional de Francia (2012-2017). Secretario General del Consejo científico de Educación Nacional (2017-2021). Actualmente: Inspector General vitalicio de los Ministerios de Educación y Ciencia Tecnología. El pasado 5 de noviembre se presentó en el Hay Festival, para luego acceder a una entrevista con Pancarta.pe. El especialista recalca la importancia de la educación en los niños y su impacto en la sociedad, además de la responsabilidad del Estado en la garantía de la misma.
Se tiene esta idea de que los niños ‘absorben información como esponjas’, ¿es esto cierto?
El cerebro de los niños está estructurado genéticamente como un algoritmo para el aprendizaje. Eso implica la metodología del aprendizaje. El niño no es una esponja, [el niño] es un mecanismo para integrar modelos algorítmicos de aprendizaje del mundo. Se requiere enseñarles cómo funcionan esos aprendizajes.
En el caso de la integración de los signos del alfabeto -por ejemplo- no se trata de ser una esponja. Ahí no se trata de ser una esponja, se trata de poder saber cómo funciona la relación entre el fonema y el grafema.
Cuando se dice «esponja» es por la capacidad de imitación. Los mamíferos comparten con el hombre la capacidad de imitación, la diferencia es que la cría humana es capaz de la reflexión. Es capaz de calcular, de hacer una estadística para integrar y saber dónde está el error y la ilusión, lo que el mamífero primitivo no sabe hacer.
Entonces, la persona humana tiene una capacidad de imitación o de esponja, pero con reflexividad, con conciencia y eso es lo más importante.
¿Cómo se enfrenta esta situación?
Es muy importante que los maestros tengan conocimiento de los últimos avances de las ciencias cognitivas y de la psicología cognitiva experimental. Para que conociendo mejor el funcionamiento del cerebro puedan identificar donde están los sesgos psicológicos y las dificultades neuronales, de modo que los niños aprendan mejor a leer, escribir y a respetar a los demás.
En este sentido, ¿cómo afectó la educación a distancia en la educación de los niños?
La pandemia nos enseñó que tenemos que utilizar de manera más consciente los medios de comunicación y las tecnologías de información y comunicación. Pero tenemos que hacerlo de manera inteligente.
Allí -donde hay mayor tecnología- requerimos mayor humanidad. Y una de las cosas que los niños sufrieron fue la falta de empatía, la falta de calor humano de la relación con el maestro. Eso la tecnología no lo da y la educación a distancia tampoco.
Allí hubo una brecha en lo que se entiende por competencias psicosociales. Hay que trabajar mucho más la noción de competencia psicosocial, las cuestiones de empatía y el cuidado y la atención con respecto a los niños para evitar el abandono escolar.
¿Cómo se vieron afectados los niños que no contaban con los recursos para acceder a la educación virtual?
La pandemia ha enseñado dos cosas fundamentales de manera general. La educación es fundamental para estructurar la relación social, la educación es fundamental para el tejido de la sociedad y la democracia, de las relaciones de convivencia del buen vivir. La educación es fundamental para preparar la juventud del relevo al desarrollo humano, profesional, económico y social de una sociedad.
En ese sentido, la pandemia nos ha enseñado que el primero de los combates de una sociedad responsable y solidaria es que todos los niños (entre 5 y 7 años) aprendan a leer, a escribir, a contar, a respetar, a quererse los unos a los otros. Aprendan un poco de la historia, del contexto de la multidimensionalidad, de la complejidad del mundo. Sobre todo que los responsables políticos tengan conciencia que la primera inversión de una sociedad responsable y solidaria es el presupuesto de la educación.