Sobriedad carbono

Por Nelson Vallejo-Gómez

Bitácora FaceBook MetaBabel, París, 13 de abril del 2020

En su 3er discurso solemne a la Nación francesa por motivo de la pandemia coronavirus COVID19, el Presidente de la República, Emmanuel MACRON, propuso un sintagma asombroso para pensar el nuevo pacto social que vendrá, cuando el virus sea vencido: “SOBRIEDAD CARBONO”.

En algo “sobrio”, hay estética, ética y cultura; en “carbono”, hay ciencia, natura y sociedad.

Para pensar el nuevo pacto de comportamiento social e individual desde la “sobriedad carbono”, es decir, desde la nueva política de civilización que se espera, inspirada en una Humanología, huelga tener claro qué haremos, en cuanto a las relaciones que nos hacen existir, vivir y consumir, en cuanto al nuevo mundo de objetos, bienes y lazos, tanto en lo íntimo o lo individual, como en lo privado o lo social, y en lo público o lo mundano natural, que se espera, construir.

Edgar MORIN considera, en una entrevista realizada por Nicolas TRUONG para el vespertino parisino, LE MONDE y publicada el 19/04/2020, que la crisis planetaria en curso: “nos impulsa a interrogarnos sobre nuestro modo de vida”.

Recordemos que, en su libro “El paradigma perdido, ensayo de bioantropología”, publicado en 1973, MORIN considera que una crisis es “manantial de progreso o de regresión”.

El vocablo “crisis” lo define MORIN como “un acrecentamiento del desorden y de la incertidumbre en el seno de un sistema (individual y social)”.

Por eso mismo, la crisis puede resolverse de dos maneras, acota MORIN: por una vuelta in statu quo ante, es decir, un tipo de regresión y disminución de complejidad del sistema, donde sólo se aprende a mantener en perfusión y sobrevivencia el sistema en crisis, o bien, enfrentando la incertidumbre y el caos que provoca dicha crisis, utilizando las fueras contrarias, las contradicciones, como fuerzas complementarias, a la manera del viento que empuja las velas de un velero, generando así soluciones prácticas y creadoras.

En la entrevista mencionada antes mencionada, MORIN precisa que “la crisis sanitaria actual ha liberado un engranaje de diversas crisis que se han concatenado. Esta poli-crisis o mega-crisis se extiende desde lo existencial hasta lo político, pasando por la economía; desde lo individual hasta lo planetario, pasando por las familias, las regiones y los Estados. En resumen, un minúsculo virus en una ignorada ciudad de China ha liberado el trastrocamiento del mundo.”

Hay una serie de interrogantes fundamentales que nos plantea la crisis para la nueva comprensión del individuo, la sociedad y el mundo.

MORIN retoma y contextualiza con motivo de la pandemia planetaria esa serie de preguntas que formulaba ya, en su libro “LA VIA para el futuro de la humanidad” (Paris, 2011).

Huelga proponer respuestas pertinentes, en cada situación y contexto socio económico, político y cultural.

Esta serie no es excluyente y abre el debate sobre la VÍA para «Las políticas de la humanidad», «Las reformas del pensamiento y de la educación», «Las reformas de sociedad» y las «Reformas de vida» necesarias a un nuevo Pacto social, al tomar conciencia de lo que está en juego con una Pandemia planetaria o otras por venir.

Los interrogantes para empezar el debate, según MORIN, son:

  • «¿Será la salida del confinamiento el comienzo de la salida de la mega-crisis o será su agravamiento?
  • ¿Boom o depresión?
  • ¿Una enorme crisis económica?
  • ¿Una crisis alimentaria mundial?
  • ¿Prosecución de la globalización o repliegue autárquico? ¿Cuál el porvenir de la globalización?
  • ¿Retomará los controles el tambaleante neoliberalismo?
  • ¿Se opondrán entre ellas las naciones gigantes más que en el pasado?
  • ¿Crecerán los conflictos armados que más o menos se han atenuado por la crisis?
  • ¿Habrá un impulso salvador de cooperación internacional?
  • ¿Habrá algún progreso político, económico, social, como lo hubo poco después de la segunda guerra mundial?
  • ¿Acaso se prolongará e intensificará el despertar de la solidaridad producido durante el confinamiento, no sólo válida para médicos y enfermeros sino también para los últimos en la cordada (recolectores de basura, cajeros de supermercados, repartidores a domicilio, etc.) sin los que no habríamos podido sobrevivir mientras que sí pudimos sobreponernos a los imperativos de los grupos de grandes empresarios?
  • ¿Veremos amplificarse las innumerables y dispersas prácticas solidarias anteriores a la epidemia?
  • ¿Retomaremos después del confinamiento el ciclo cronometrado, acelerado, egoísta y consumista? O bien,
  • ¿habrá un nuevo empuje de vida en convivencia y amor hacia una civilización en la que se despliegue la poesía de la vida, en la que el “yo” se expanda en un “nosotros”?

No podemos saber si, luego del confinamiento, las conductas e ideas innovadoras tomarán vuelo, y quizás llegar a revolucionar la política y la economía, o si más bien el orden perturbado se restablecerá.

Podemos temer bastante la regresión generalizada que ya ha ocurrido en el transcurso de los primeros veinte años de este siglo (crisis de la democracia, corrupción y demagogia triunfantes, regímenes neo-autoritarios, empujes nacionalistas, xenófobos y racistas).

Todas estas regresiones (o, en el mejor de los casos, estancamientos) son probables mientras no aparezca la nueva vía política-ecológica-social guiada por un humanismo regenerado.

Esta vía multiplicaría las verdaderas reformas; reformas que no son cambios de orden presupuestario, sino que son reformas de civilización, de sociedad, ligadas a reformas de vida. Esa vía asociaría (véase el libro de MORIN, La vía) los términos contradictorios: “globalización” (para todo lo concerniente a la cooperación) y “desglobalización” (para establecer una autonomía de producción de alimentos sanos y salvar los territorios de su conversión en desiertos); “crecimiento” (de la economía de las necesidades esenciales, de lo durable, de la agricultura de huerto o bio) y “decrecimiento” (de la economía de lo frívolo, de lo ilusorio, de lo desechable); “desarrollo” (de todo cuanto produce bienestar, salud, libertad) y “encerramiento” (en las solidaridades comunitarias).”

MORIN cumplirá el 8 de julio 2020, 99 años, y concluye la entrevista, al vespertino parisino, con una extraordinaria fuerza vital y espiritual, que dice así:

“Después de la epidemia vendrá la aventura incierta en que se desarrollarán las fuerzas de lo peor y las de lo mejor; estas últimas, aún son débiles y están dispersas. Sepamos en fin que lo peor no es seguro, que lo improbable puede acontecer, y que en el titánico e inextinguible combate entre los inseparables enemigos que son Eros y Tánatos siempre es sano y tónico tomar partido por Eros.”

Ad Augusta per Angusta 🙏