Nelson Vallejo-Gómez
“El estatuto del individuo nunca ha sido tan determinante como en esta época de mundialización desenfrenada, en estos tiempos cuando ¡hasta el arte está sometido irresistiblemente a los criterios del momento! ¡Nunca la cuestión del valor del ser humano ha sido planteada de manera tan aguda como hoy en día!”
Gao Xingjian
Resulta forzoso hacer un preámbulo de precaución y de cortesía para decir que las cosas de las cuales voy a hablar son muy sensibles. Naturalmente convendría ajustarlas milímetro a milímetro y tener en cuenta, tanto como sea posible, la espesura histórica, cultural y filosófica de las ideas en juego, de sus diferentes estratos, de sus épocas y de todo lo que, incluyendo los malentendidos, le otorgan tal o cual sentido. En efecto, conviene tratar las cosas del pensamiento con precaución, humildad, simplicidad y generosidad. El pensamiento requiere de una especie de pudor metafísico que, como lo expresó Horacio, es el primer sentimiento de la dignidad. Para mí se trata de establecer una estrecha relación de diálogo entre lo poético y lo prosaico, entre la rosa del espíritu y el martillo de la razón. Toda palabra que toca la realidad de un pensamiento, al estar en relación con lo otro, puede tener muchos sentidos, tanto como hay luces para una pincelada o perspectivas para un rasgo. Los equívocos instauran allí un régimen de maledicencia y complot. Los procesos de intenciones se instruyen enseguida a cargo y de manera inquisitorial. Pero el espíritu humano también sabe estar a gusto en esos laberintos del pensamiento cuando existe la inteligencia del corazón o de la misericordia. El asunto de la ideología del miedo debe, por tanto, ser abordado con una especie de literatura de salvaguarda espiritual, como dijo Gao Xingjian, cuando escribió “Se trata de no quedar enceguecido por las supersticiones, ser impermeable a las autoridades, a las corrientes, resistir a la influencia de las ideologías. Llamo a todo eso: no sufrir de de-ismo; vale decir, estar opuesto a la dictadura, llámese como se llame: fascismo, comunismo, nacionalismo, racismo, integrismo. No ser pabellón de ninguna bandera, ni lacayo. No ser esclavo de ningún ismo, sea cual sea: del empirismo, del relativismo, del nihilismo, del eclecticismo, del anarquismo o del pragmatismo. Es el rechazo al aplastamiento del hombre como si fuese una mierda de perro”.
La mundialización del liberalismo económico desenfrenado trae, junto con la sombra dantesca del terror, el recuerdo de una consciencia desgarrada, de una fractura democrática y ciudadana que toca a todos los países en diversos grados. Al provocar el impacto que hizo implotar\desplomar las Twin Towers los terroristas también sacaron a la luz del día, tal como la Revolución de octubre lo había hecho a su modo, la oposición socio-económica que divide la consciencia del mundo moderno: la de la pobreza frente a la riqueza. En un análisis arquitectural del sistema, Baudrillard supone que se trata nada menos que del propio hundimiento del sistema como tal, el de la “pura modelización informática, financiera, contable, numérica” , del cual las Twin Towers era el cerebro artificial, el centro neurálgico. Para Baudrillard, la arquitectura del sistema también opera como vehículo de la violencia mundial. Por una especie de concentración que se presenta con una necesidad negativa y una acumulación perversa, por un lado la riqueza aumenta, mientras que por otro la pobreza también aumenta. El capital va con el capitalismo y viceversa. La riqueza es como una masa que atrae todo lo demás, en una pura lógica de física clásica, que conserva mecánicamente el mismo movimiento. Ahora bien, es preciso concebir las relaciones socio- económicas en el seno de las sociedades contemporáneas con una lógica compleja, una física cuántica y una energía espiritual, en suma, con una Política del hombre5 . Pues, como ya escribía Hegel en el siglo XIX “Esta desigualdad de la riqueza y la pobreza se convierte en la mayor discordia de la voluntad social, la rebelión interior y el odio” 6 . Hegel había considerado la revolución francesa como un intento por superar esta separación en dos mundos: “Los dos mundos son reconciliados; el cielo desciende y es transportado sobre la tierra” 7 . Intento que fracasó porque la revolución hizo de la Razón y de lo Universal una diosa, cuya ofrenda fue el terror. Sin embargo, una lectura liberal de la Revolución francesa sugiere la abolición de la dialéctica amo\esclavo. En sus lecciones sobre Hegel, Alexandre Kojève8 considera que el Estado social y homogéneo es la democracia liberal. Pues ella habría resuelto la cuestión crucial de la dialéctica amo\esclavo, es decir, el problema del reconocimiento, al reemplazar las relaciones dialécticas de poder entre el amo y el esclavo por una relación de mutuo reconocimiento entre individuos reconocidos como iguales. El Estado-nación ha emergido del magma compuesto por el antiguo régimen, la revolución, el terror, el imperio, la monarquía y la república. Ha producido un tipo social específico: el burgués.