HERENCIA PICARESCA Y MESTIZAJE EN AMÉRICA
LATINA

Niños jugando a los dados (Murillo)

Por Nelson Vallejo-Gómez

Este ensayo fue originalmente publicado en:

Cátedra abierta-Grandes temas de nuestro tiempo – Bicentenario de la Independencia 1810-2010Memorias 2010, Marta Lucía Londoño de Maldonado Editora, Ed. Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales

No somos ni indios ni europeos, sino una especie media.

Bolívar (1819)

La marca de identidad latinoamericana en el mundo globalizado es
la de ser mestizo, pero también la de ser “vivo”, rebuscador y transgresor.
Por lo mismo, la acepción mestizo conlleva una connotación negativa.
Veo en la herencia de tipo picaresco el origen de tal negatividad; lo cual
requiere ser explorado, en busca de la diversidad de sentidos que tiene,
pues hay marca de España y también emergencias inéditas, propias al
Nuevo Mundo.

La marca de identidad latinoamericana en el mundo globalizado es
la de ser mestizo, pero también la de ser “vivo”, rebuscador y transgresor.
Por lo mismo, la acepción mestizo conlleva una connotación negativa.
Veo en la herencia de tipo picaresco el origen de tal negatividad; lo cual
requiere ser explorado, en busca de la diversidad de sentidos que tiene,
pues hay marca de España y también emergencias inéditas, propias al
Nuevo Mundo.
Propongo entonces indagar a través de una intuición literaria que
muestre, en su antropología, el carácter fasto y nefasto de la herencia
picaresca de corte castellano, mutado en viveza criolla. La hipótesis
de trabajo es que una comprensión positiva de lo que se entiende en
propio por mestizaje latinoamericano trasciende los aportes de la picardía
castellana, la malicia indígena y la viveza criolla. Con lo cual esclarece la
sombra contradictoria que colabora en la estructuración de la identidad
del subcontinente, desde el Rio Grande en el Norte, hasta el Rio de la
Plata en el Sur, pasando por los países andinos.

El Lazarillo de Tormes (Luis Santamaría y Pizarro, 1887, Museo del Prado)

La hipótesis de trabajo, preciso, es que lo picaresco nos favorece
entender el mestizaje y, por ende, la identidad latinoamericana. Porque,
en la cuestión de la herencia picaresca de corte castellano, que veremos
luego mutada en viveza criolla, hay un problema central de linaje, es
decir de reconocimiento. La fuente convocada para interrogar lo picaresco es un libro clásico: La vida del Lazarillo de Tormes.

La marca de identidad latinoamericana en el mundo globalizado es
la de ser mestizo, pero también la de ser “vivo”, rebuscador y transgresor.
Por lo mismo, la acepción mestizo conlleva una connotación negativa.
Veo en la herencia de tipo picaresco el origen de tal negatividad; lo cual
requiere ser explorado, en busca de la diversidad de sentidos que tiene,
pues hay marca de España y también emergencias inéditas, propias al
Nuevo Mundo.
Propongo entonces indagar a través de una intuición literaria que
muestre, en su antropología, el carácter fasto y nefasto de la herencia
picaresca de corte castellano, mutado en viveza criolla. La hipótesis
de trabajo es que una comprensión positiva de lo que se entiende en
propio por mestizaje latinoamericano trasciende los aportes de la picardía
castellana, la malicia indígena y la viveza criolla. Con lo cual esclarece la
sombra contradictoria que colabora en la estructuración de la identidad
del subcontinente, desde el Rio Grande en el Norte, hasta el Rio de la
Plata en el Sur, pasando por los países andinos.

La complejidad y el Confucionismo

La complejidad y el Confucionismo por Nelson Vallejo-Gómez, filósofo franco-colombiano, invitado especial de la Cátedra ALEPH, Universidad Nacional de Colombia, sede Manizales – Informe de Relatoría, Sesión 9 Versión 30, martes 28 de marzo del 2017

Informe de Relatoría escrito por Martín Eduardo Estrada-Ramírez

Vallejo-Gómez se permite plantear una tesis en la que desestima la tendencia que albergamos en occidente. De acuerdo con él, actualmente existe una ruptura del ideal de persona por el enfoque que poseemos del proyecto de modernidad; con seriedad sostiene que “la razón, la técnica, la economía y los instrumentos no presentan una buena conexión con nuestro entorno” por el simple hecho de alojar una patología reduccionista de carácter cuantitativo. Vallejo-Gómez rechaza la concepción de reducir la razón, la educación y el progreso a algoritmos matemáticos que se traducen en una simple sistematización de nuestro mundo, inhibiendo la posibilidad de ampliar los medios, de expandir nuestros horizontes.

Vallejo-Gómez entrevistado por los medios manizalitas tras su intervención en la Cátedra Aleph.

Es martes 28 de marzo del 2017, no son más de las 9:10 de la mañana y el recinto en el que acostumbramos a desarrollar nuestra Cátedra Aleph ya tenía algunos asistentes. No se trató de una sesión usual porque las sillas más próximas a la puerta del recinto ya estaban ocupadas por cuatro personas: el docente Andrés Salas, director del Centro de Idiomas de la sede; la profesora Luz-Stella Cardona, gestora de proyectos desde la perspectiva de la complejidad; Carlos-Enrique Ruiz, ingeniero de caminos y de crepúsculos; y Nelson Vallejo-Gómez, filósofo franco-colombiano e invitado especial de la sesión. Fue tan inusual que varios de los participantes debimos acomodarnos en asientos distintos a los que normalmente usamos, suponiendo desde ese momento y desde esa nueva posición el acercamiento a un conocimiento de nuevas ideas, perspectivas y propuestas que nuestro invitado especial estaba a punto de exponer.

Carlos-Enrique Ruiz (izq.), «un hunsi o un hombre ideal en nuestra era contemporánea», según Nelson Vallejo (der.)

Carlos-Enrique dispersó un poco el ambiente insólito de la Cátedra al ser el primero en tomar la palabra, como normalmente ocurre en las demás sesiones. Nos extendió un amable saludo; seguidamente, aprovechó  para presentar a los docentes que nos acompañaban y no dudó en dar una merecida bienvenida a Nelson Vallejo, en la que reseñó su impecable hoja de vida, destacó las no pocas gestiones que Vallejo ha hecho en aras de la educación y resaltó, a través de los más adecuados y magníficos adjetivos, toda la labor llevada a cabo por este personaje de connotación internacional. Carlos-Enrique siguió su introducción y nos aseguró que hace no más de cuatro años Vallejo había compartido una sesión de Cátedra Aleph en la que se logró sacar provecho a todas las consideraciones y argumentos expresados por nuestro invitado y que esta sesión, la número IX de la trigésima versión de Cátedra Aleph, no sería la excepción luego de que Nelson nos pusiera en sintonía con los pensamientos de Edgar Morin y los conceptos de las “Analectas” de Confucio… El director de la cátedra prefiere no extenderse más, al ser consciente de que Nelson no podía acompañarnos hasta más allá de las 10:30 de la mañana. Cede la palabra a Nelson y a partir de ese instante se convierte en el fotógrafo oficial de la Cátedra. Nelson Vallejo-Gómez inicia su intervención a través de un saludo general y agradece las generosas palabras que Carlos-Enrique Ruiz le había dedicado minutos atrás. Opta, además, por considerar a Carlos-Enrique como un hunsi o un hombre ideal en nuestra era contemporánea, y es allí cuando el invitado incorpora por primera vez la corriente confuciana al mencionar el ideal de persona para este filósofo chino. (…)

«La concentración era tan abrumadora que ni siquiera un par de flashazos provenientes de la cámara de Carlos-Enrique consiguió desconcentrarnos.»

La actitud depredadora, sostiene Vallejo, nos encasilla en un consumo material que sólo repercute en factores negativos apoyados en un semblante egoísta y muy individualista. Ese semblante, escaso de altruismo, genera una descomposición del tejido social, en la que se desprecia el interés por lo público y se atenúan las posibilidades de diálogo.

Vallejo trata de dejar claro que el problema no estriba en la existencia de las diferencias, sino en la inexistencia de la participación que se tiene a la hora de acordar una forma de resolver las diferencias. De acuerdo con él, el pacto que formemos para resolver las diferencias siempre nos une, pues ahí es donde se robustece la sociedad democrática y los principios colectivos y se hunde la idea reduccionista y simplona de solucionar la diferencia a través de la prohibición, la discriminación y las injustas estigmatizaciones.

La foto de grupo tras «una sesión histórica», según Carlos Enrique Ruiz (al centro) con Vallejo-Gómez (de corbata)